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Cuando estaba en un cerro en Xico, viendo vacas y pájaros blancos (que aparecían de quién sabe de dónde), y el sol, y la verdura del pasto, pensé que uno podría enamorarse de la vida... si no supiera algunas cosas que ya sabe y si no tuviera que cargar con tantos recuerdos.
1 comment:
Maja, esto que has escrito me llegó muy adentro como decimos aquí en México. Naolinco siempre me inspiró eso, el amor a la vida, a la naturaleza, ¿pero cómo obviar eso que dices? Creo que tu sensibilidad es maravillosa. Saludos.
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